jueves, 6 de noviembre de 2008

¿QUÉ RIESGOS Y CONSECUENCIAS TIENE EL CONSUMO DE COCAÍNA ?


La cocaína actúa en el cerebro modificando los circuitos responsables de la gratificación y del placer. Su consumo es continuado reduce la capacidad de los consumidores de experimentar placer de forma natural ( a través del sexo, la comida...) y les hace menos sensibles a las gratificaciones y emociones . Por esto, la cocaína resulta tan adictiva. La adicción se produce tras periodos de consumo más o menos largos que no tienen por qué ser diarios, y se ha comprobado que, incluso pequeñas cantidades de cocaína, pueden producir tolerancia y cambios cerebrales relacionados con la adicción . Esto hace que los consumidores, especialmente los del fin de semana, tengan en muchas ocasiones una falsa sensación de control y no perciban el problema.

A medio y largo plazo

El consumo de cocaína puede producir problemas físicos y psicológicos además de adicción. El consumo habitual afecta al funcionamiento cerebral y puede provocar transtornos psíquicos como ideas paranoides o depresión, y desencadenar cuadros de psicosis y esquizofrenia. También provoca daños muy importantes en los sistemas circulatorio y respiratorio y complicaciones neurológicas y gastrointestinales. A estos daños hay que añadir los propios de la vía de administración. Si la vía es nasal puede provocar pérdida del olfato, hemorragias nasales, ronquera o incluso la perforación del tabique nasal; en el caso de inyectarse puede provocar reacciones alérgicas a la propia droga o a algunos de los componentes con los que se adultera, así como enfermedades infecciosas asociadas a la vía endovenosa. La dependencia de la cocaína es una de las más intensas. La supresión de su consumo tras un período prolongado da lugar a un fenómeno de rebote, caracterizado por somnolencia, depresión, irritabilidad etc


Riesgos y consecuencias del consumo.
  • Adicción.
  • Alteraciones cardiovasculares y neurológicas: infarto de miocardio, hemorragias cerebrales, trombosis cerebrales...
  • Alteraciones del estado de ánimo: cambios bruscos de humor, ansiedad, irritabilidad, agresividad, depresión...
  • Insomnio.
  • Impotencia, alteraciones menstruales, infertilidad.
  • Paranoia.
  • Alucinaciones y psicosis.

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